Borja Rodríguez descubre la faceta romántica y poética de Concepción Arenal

De izquierda a derecha, Manuel Estrada (director del ciclo), Borja Rodríguez y Raquel Gutiérrez Sebastián que presentó al conferenciante.

El profesor Borja Rodríguez descubrió la faceta romántica y poética de Concepción Arenal en su intervención en el ciclo ‘En torno al Trienio Liberal (1820-1823): Historia, Literatura y Derecho’. En su conferencia, que llevaba el título de ‘Una voz que nadie escucha. La obra literaria de Concepción Arenal’, Rodríguez mostró la personalidad de Arenal, caracterizada por dos rasgos de los románticos, la tristeza y el orgullo que, sin embargo, en opinión del profesor, no cayó en la desesperación por su sentimiento regenerador y por su compasión que proyectó sobre los más desfavorecidos.

Rodríguez, especialista en la literatura del XIX y el romanticismo, se refirió a la edición de los poemas de Arenal por parte de la desaparecida Mari Cruz García de Enterría, poemas que la autora no quiso publicar pero que tampoco quiso destruir conservándolos, alguno de los cuales Rodríguez recitó durante su intervención.

Borja Rodríguez Gutiérrez (Reinosa, 1958) estudió Filología Española en la Universidad de Oviedo y es doctor, con Premio Extraordinario, por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ha sido catedrático de Lengua y Literatura Española de Bachillerato y profesor de la Universidad de Cantabria. Como investigador se ha centrado especialmente en la literatura española de los siglos XVIII y XIX, Marcelino Menéndez Pelayo y Gonzalo Torrente Ballester. Es autor de varias publicaciones, entre ellas Historia del Cuento Español. 1764-1850, primera monografía que abordó el estudio de ese tema, y ha editado cuatro antologías de cuentos del siglo XVIII y XIX.

El denominado Trienio Liberal es el periodo que transcurre entre 1820 y 1823 que se inicia con la sublevación militar de Rafael del Riego para restablecer la Constitución de Cádiz de 1812 contra el gobierno absolutista de Fernando VII. En ese periodo se obligó al monarca a jurar la Constitución de 1812 y a suprimir la Inquisición española, terminando con la invasión del ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis para disolver las Cortes y restaurar la monarquía absolutista.

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