El grupo Alceda organizó una reunión popular para destacar la importancia de la ermita rupestre de San Juan de Socueva (Arredondo), uno de los escasos monumentos prerrománicos de la Cantabria oriental. Situada en el escarpe calcáreo y en medio de un paraje agreste y solitario, la ermita une el encanto de su entorno con el valor arqueológica del monumento.
La ermita fue construida por los primitivos monjes del alto medievo, que trajeron a las montañas del norte la nueva religión del Cristianismo. Fue descubierta por Maximiliano de Regil, catedrático de Historia de Ciudad Real y oriundo de Arredondo. Se remonta al siglo IX y está ligada al hecho cultural de las iglesias rupestres del sur de Cantabria, que desde aquí reivindicamos como merecedoras del tratamiento como conjunto artístico. Por tratarse de un fenómeno cultural imprescindible para entender nuestra historia, a partir del cual se produjo difusión de la nueva filosofía cristiana que irrumpió en los siglos posteriores a la caída del imperio romano.
En Socueva, la ermita aprovechó una oquedad cárstica natural enmarcándola con toscos muros de mampuesto para resaltar los espacios propios del culto. Un arco de herradura abierta separa la nave de planta rectangular del ábside semicircular y cubierto con bóveda de cuarto de esfera. Preside este ábside un altar de piedra arenisca (común en época mozárabe) apoyado sobre una columna, monolítica. Una imagen de San Juan Bautista del siglo XVII fue trasladada a la ermita de la Magdalena en Arredondo.
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