‘El Califato de Buelna’, de Lucía Botín Mazarrasa

Lo primero que debemos decir de “El Califato de Buelna” es que se trata de una novela. Una novela siempre contiene experiencias del autor y es evidente que Lucía Botín es una persona observadora y cuidadosamente absorbente, no en el sentido peyorativo con el que a veces se utiliza esta palabra. Decimos “absorbente”, esto es, que todo lo que la rodea, es  recogido por la autora, interiorizado, ordenado y al final plasmado en una cuartilla. Sí,  en una cuartilla escrita con su vieja máquina de escribir como más de un importante colega suyo tambien hace.
Siendo justos, tambien debemos añadir que muchos de los hechos narrados sucedieron efectivamente, pertenecen a esas historias familiares oídas de siempre en casa, tergiversadas muchas veces, exageradas otras tantas y, de vez en cuando, falsas.
La historia comienza en el año 1865: Dos niñas se están haciendo una foto en Burdeos… y termina con la boda de la nieta de una de ellas, en el verano de 1940, en Los Corrales de Buelna.
El eje central va a ser la familia de José María Quijano y Soledad de la Colina pero a lo largo de los capítulos del libro contemplamos la aparición de otras muchas ramas de familias que entroncan con ella. No solo asistimos a los esfuerzos, trabajos y sudores de Quijano pues el lector avisado reconocerá a varias decenas de  personajes más, que aparecen con raros apellidos, enmascarados por el propio deseo de la autora.
Disfrutemos con “El Califato de Buelna”; hace veinte años que la novela permanece oculta, sus últimos protagonistas nos han dejado ya y creemos que debe salir a la luz pues es tiempo de que su familia, sus amigos y otras personas la lean.

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