La junta directiva de la Sociedad Cántabra de Escritores (SCE) presidida por Marino Pérez Avellaneda, sigue manteniendo que la copia literal de un soneto aparecido en una de sus publicaciones, concretamente en los pliegos poéticos ‘La Horadada’, no es plagio.
La fotografía que adjuntamos deja claro la verdadera manipulación. El soneto de la izquierda corresponde al original del libro ‘Mis 500 sonetos’, de Joaquín Cueto, mientras que el de la derecha está firmado en los pliegos publicados por la SCE por su hija, Eva Cueto, que sin tener obra publicada ha sido admitida en la sociedad para poder escribir en ‘La Horadada’.
Negar la evidencia ha provocado entre algunos socios asombro y cierta hilaridad, sobre todo cuando en las asambleas convocadas el pasado 21, el presidente se empeñó en descalificar la forma de presentar la solicitud de la convocatoria sin aclarar ni el plagio de La Horadada ni los realizados posteriormente en otra publicación de la SCE, ‘Goterales’, donde se copian y se intentan maquillar cinco sonetos con una descarada advertencia de que corresponde a una adaptación que sólo existe en la imaginación de los rectores de la SCE, ya que nuevamente se copian literalmente los versos.
Alguno de los miembros de la junta directiva de la SCE, que administran páginas web, han llegado al extremo de mentir como único medio para defender su postura de defensa de los plagios, asegurando que la denuncia se ha desmontado «una a una». La página web en cuestión, la de ‘Cantabria 24 horas’, dirigida por el político de varios partidos, José Ramón Saiz Fernández, y vocal de la junta directiva de la SCE, ha sido capaz de elaborar una información que no contiene ningún dato verdadero sobre el asunto.
Debido a la actitud autoritaria del presidente y del tesorero de la SCE, que fueron los que estuvieron dirigiendo las asambleas, varios socios ya han anunciado su marcha de esta sociedad que tiene como curiosidad que a pesar de presentarse como compuesta por escritores, admite personas que no lo son. Algunos miembros que han anunciado su marcha consideran que esa falsa representación de los escritores, sin serlo, es una «estafa», lo que les incapacita para recibir dinero público con el que organizan sus actividades y editan sus libros.