Fernández de Velasco, Fernando

  • Nacimiento/Fallecimiento
    1835-1912
  • Procedencia
    Burgos

Fernando Fernández de Velasco nació en Burgos el 29 de mayo de 1835. Su padre, natural de Heras, fue mayordomo de Fernando VII durante la última etapa de su reinado, ocupando posteriormente la presidencia de la junta carlista de Cantabria.

Fernando Fernández de Velasco realizó el bachillerato en las escuelas escolapias de Villacarriedo y Getafe, estudiando a continuación Leyes y Jurisprudencia en la Universidad Central de Madrid. Con el título de licenciado emprendió un viaje por Italia, Francia, Alemania, Austria e Inglaterra a la búsqueda de apoyos internacionales para una nueva intentona armada de la causa carlista que sería el denominado pronunciamiento de la Rápita. En ese viaje se entrevistó con Pío IX, el emperador de Austria, Enrique V de Francia y Cabrera.

Sin problemas económicos y sin responsabilidades, dedicó su vida a la causa carlista. Su actividad periodística comenzó con sus colaboraciones en «La Constancia», de tendencia neocatólica. En 1867 presentó su candidatura electoral al Congreso por el distrito de Santander, resultando elegido.

Con la revolución de 1868 Fernández de Velasco organizó las distintas fuerzas carlistas en cinco juntas juntas de distrito: Ramales, Reinosa, Potes, Entrambasaguas y Villacarriedo, que quedaban a su vez bajo la dirección de un órgano central que él mismo presidía, la Junta provincial católico-monárquica compuesta por los hermanos Paulino y Máximo Díaz de Quijano, Anselmo Ortiz Compostizo y su hijo Manuel Ortiz Vierna, Vicente Ramón de Villegas, Manuel Bernardo de Quirós, José Antonio de la Cuesta, Paulino Linares, Gregorio Mazarrasa, Ramón de Estrada Rábago, Juan Manuel de Ceballos y José María de Pereda.

También colaboró con «El Tío Cayetano», periódico satírico que defendía la monarquía, el altar y la tradición.

En 1870 se trasladó a Vevey, en compañía, entre otros, de José María de Pereda, para recibir instrucciones de Carlos VII, el nuevo pretendiente al trono tras la muerte del conde Montemolín en 1861, recibiendo instrucciones paran preparar la guerra en la que participó en varias acciones. Luego emigró a París recibiendo de Carlos VIII la Real Orden Española de Carlos III y la Gran Cruz del Mérito Militar en atención a sus servicios, además de ser nombrado mayordomo de semana, cargo que también había tenido su padre en el reinado de Fernando VII.

A su regreso a España ingresó en el círculo integrista presidido por Ramón Nocedal, grupo que se había escindido del propio carlismo en 1888. Prosiguió sus colaboraciones en prensa publicando sus artículos en «El Siglo Futuro», periódico oficial del partido.

Desde 1899, cuando fracasa su candidatura al Senado, se acentúan sus estudios sobre historia, genealogía y bibliografía, disciplinas que cultivó desde joven. Aficionado a la lectura y a los libros, especialmente a los antiguos, reunió una biblioteca en su palacio de Villacarriedo que pudo competir con la de Menéndez Pelayo. Tuvo amistad con D. Marcelino, con Cañete, Fernán Caballero y José María de Pereda que le regaló el manuscrito de «El sabor de la tierruca».

Sus trabajos históricos y bibliófilos fueron reconocidos en 1899 con su elección como correspondiente de la Real Academia de la Historia.

Murió en Villacarriedo el 30 de noviembre de 1912.

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