Con motivo del nacimiento de su primer nieto, el poeta Juan Carlos Corniero dedica esta colección de 38 nanas para que las aguas de los ríos de Cantabria abran las puertas al recién nacido “para que la fantasía y el amor a las letras sean siempre un referente primordial en su vida, esperando que la lectura y la escritura le ayuden a comprender mejor el mundo mágico de las ciencias”.
Según el etnógrafo Fernando Gomarín, la obra “es una espléndida aportación al patrimonio cultural de Cantabria, ya que dichas nanas basan su temática en diversos lugares de Cantabria, en sus tradiciones y en sus ríos y montes, haciendo un recorrido desde el Asón al Deva, o desde las Cuevas de Altamira a la Torre del Infantado”. Añade Gomarín que las nanas suponen “un chorro de imaginación y fantasía y un poemario de anjanas, cuines, brujas y cúlebres en el que el salmón vuelve a sus fuentes y en el bosque, donde habitan los lobos, los ciervos por amor pelean, en la berrea”.
El cantautor cántabro, Marcos Bárcena, se ha interesado por la obra y está musicalizando varias nanas. También ha propuesto a otros cantautores y grupos musicales la elaboración de un disco conjunto con estas nanas cántabras de Corniero, cuya obra también tiene como novedad el diseño del primer chupete cántabro y el hecho de que por el momento el libro no saldrá a la venta, y sólo podrá leerse en la Biblioteca Central de Cantabria a la que se donarán varios ejemplares.
Una de las nanas es La nana de Lebeña, que dice lo siguiente:
Hay en Lebeña un olivo,
un olivo de la paz,
y hay un tejo celta altivo,
que quiere al cielo trepar.
Trepa, trepa, tu mi niño,
soñando con despertar,
a la luz del Paraíso
que es la luz de ese lugar,
en el que, remontando el río,
a los Picos llegarás,
no cojas, mi amor manzanas,
no sean del bien y el mal,
y me pierdas la inocencia,
mi niño, despierto ya.