Rafael González Echegaray ya tiene su placa de los ilustres en su casa del Paseo Pereda

Rafael González Echegaray

El historiador Rafael González Echegaray ya tiene su placa de los ilustres en su casa del Paseo Pereda tras su instalación el pasado 29 de noviembre. Ese día se descubrió la placa en la fachada del número 4 de este paseo en la que residió González Echegaray durante gran parte de su vida.

La iniciativa partió del CEM después de la instalación de la placa de Marcial Solana y González Camino y aprovechando el centenario del nacimiento de Rafael González Echegaray.

Rafael González Echegaray nació en Santander en 1923 de una familia de comerciantes y escritores ubicados frente a los muelles. Estudió Náutica y comenzó a navegar en plena guerra mundial, siendo oficial de la Marina Mercante y de la Reserva Naval. Durante sus años de navegación terminó sus estudios de Derecho que le permitirían ingresar por oposición en el cuerpo de fiscales municipales y comarcales. Fue director general de la Compañía Transatlántica y miembro de diversas asociaciones de navieros y Derecho Marítimo.

Desempeñó diversos cargos públicos entre 1971 y 1974, entre ellos el de presidente de la Diputación Provincial, gobernador civil de Tenerife y procurador a Cortes. También fue delegado provincial del Ministerio de Educación y Ciencia.

Como presidente de la Diputación gestionó diversos convenios con el Estado que hicieron posible el Centro Médico Marqués de Valdecilla, la Universidad de Santander, el nuevo Laboratorio Océanográfico y el Museo Marítimo del Cantábrico.
Su vocación escritora se sumergió en la historia marítima, dejando escritos varios libros unos cuatrocientos artículos y colaboraciones en la prensa. Entre sus libros se encuentran «Cincuenta años de vapores santanderinos» (1951), «Las tres Comillas» (1961), «Naufragios en la costa de Cantabria» (1963 y 1976), «La Marina cántabra desde el vapor» (1968), «Capitanes de Cantabria» (1970), «Por más valer» (1972), «La Marina Mercante y el tráfico marítimo en la guerra civil» (1977), «Balleneros cántabros» (1978), «El Astillero de San Martín» (1979), «Un retazo de historia santanderina» (1981), «Tres remolcadores» (1982), «Escala en Vigo» (1983) y «Crónica del Real Club Marítimo de Santander» (1984).

Además de ser uno de los mejores especialistas en la historia marítima de Cantabria, en sus tiempos de presidente de la Diputación Provincial, dotó al CEM de unas instalaciones de la mayor dignidad en el propio Palacio de Puerto Chico, hoy desaparecido.

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